Las dos caras de Pedro Olaechea: expareja de su hijo denuncia que la obligó a abortar

(Composición gráfica: Fabiola Granda)
Claudia Risco

Claudia Risco

claudia.risco.l@gmail.com

Las dos caras de Pedro Olaechea: expareja de su hijo denuncia que la obligó a abortar

La comunicadora Ursula Castrat, quien sostuvo una relación sentimental con uno de los hijos del expresidente del Congreso y rostro visible de los colectivos provida, cuenta por primera vez su testimonio.
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Durante los últimos años, Pedro Olaechea Álvarez-Calderón, el expresidente del Congreso disuelto en 2019, ha sido un aliado importante de los sectores conservadores. Olaechea ha sido presentado en numerosos eventos de organizaciones religiosas como un defensor de la vida. Sin embargo, el testimonio de la expareja de uno de sus hijos, quien señala que este la presionó para que interrumpa su embarazo, ensombrece este discurso.

El último 8 de abril, dos días antes de las elecciones generales en el Perú, una de las congresistas más votadas por Lima, Adriana Tudela Gutiérrez, del partido Avanza País, le dio una entrevista a la comunicadora Ursula Castrat Cavero para el medio que dirige, Kewl. Durante la conversación, Tudela definió su orientación política como de derecha. “Tengo posturas que encajan más en el lado liberal-progresista y otras que encajan en la línea conservadora”, aseguró.

Castrat le pidió a Tudela que explique a qué se refiere con esa línea conservadora. “Estoy firmemente en contra del aborto, hay vida desde la concepción”, respondió la entonces candidata congresal. Castrat abrió los ojos y la boca, sorprendida.  El asombro se convirtió en revelación cuando la joven de 28 años le dice a la hoy virtual legisladora que ella abortó.

“Estaba embarazada de Iñigo Olaechea, hijo del congresista Pedro Olaechea, al que asesoraste; es una familia cercana a la tuya. Yo si quería tenerlo, él no y su papá lo obligó a que no lo tuviéramos”. El testimonio de Castrat fue interrumpido por Tudela: “Mira, Ursula, yo no he venido a hablar de cosas tuyas, personales. He venido a hablar de mis ideas”.

Esta es la historia que la electa parlamentaria no quiso escuchar.

Un hombre de Dios

El 12 de marzo de 2020 se celebró el Congreso Iberoamericano por la Vida y la Familia, una asamblea anual que reúne a evangélicos y personalidades políticas con el fin de plantear iniciativas legislativas que impidan la despenalización del aborto en cualquier causal, las uniones de parejas del mismo sexo y la educación sexual integral en los colegios. Se realizó en el exclusivo hotel limeño Los Delfines. El precio de la entrada a este evento era de 200 soles. El invitado de honor para esa edición fue el entonces expresidente del Congreso, Pedro Olaechea Álvarez-Calderón.

El economista fue presentado por los esposos Guillermo y Milagros Aguayo, líderes de la asociación evangélica La Casa del Padre, como “un hombre de Dios”. Aguayo, quien también ha sido electa congresista por Renovación Popular, dijo que Olaechea era: “Un defensor de la vida y de la familia, íntegro, se pone de pie para proteger la vida y la familia. Es un orgullo para los peruanos”.

Pedro Olaechea se paró de su asiento y se dirigió al podio entre aplausos. El dueño de la viña Tacama exclamó un ferviente discurso. “Hoy el mundo está acechado por uno de los pecados descritos en el evangelio: la soberbia. ‘Yo sé que lo que te va a hacer feliz, yo sé que lo mejor para tu destino es no tener hijos, destruir la familia’ (…) benditos sean los hijos que vengan porque ellos son los que Dios ha prometido, su mandato es creced y multiplicaos. Yo luché por la verdad, por la familia, no hay que esconderse jamás de la verdad”.

15 de noviembre del 2018: Pedro Olaechea como orador en el mitin de Con Mis Hijos No Te Metas. “La familia peruana es el eje del desarrollo del país”, dijo en su intervención. (Foto: Difusión)

La participación de Olaechea en este evento fue su consolidación como rostro honorario y visible de una de las facciones del activismo más conservador en el Perú. Para lograrlo se había aliado años antes con el colectivo Con Mis Hijos No Te Metas y fue parte de las movilizaciones contra el enfoque de género que promovió esta asociación. Olaechea también integró la bancada Acción Republicana junto al pastor Julio Rosas, Salvador Heresi, Nelly Cuadros y Sonia Echevarría.

Cuando Ursula Castrat vio que Pedro Olaechea participó de esta marcha en noviembre de 2018, mientras tenía como asesora principal de su despacho a Adriana Tudela, se llenó de furia. “Él me hizo abortar a su nieto. No tiene escrúpulos, es la típica persona doble moral. Ese tipo de familias no deberían estar en política porque todo lo que hacen es sacar leyes para sus negocios personales. Eso hacen los Cillóniz, los Olaechea y los Tudela”.

Asuntos de familia

Los Olaechea son propietarios de la hacienda Tacama, cuyas vides fueron introducidas al Virreinato del Perú a inicios de 1540. En la década de 1970, la Reforma Agraria confiscó el 85 % de esa propiedad. Por esa decisión del Gobierno de Juan Velasco Alvarado, los Olaechea y otros grandes hacendados están pidiendo que el Estado peruano los indemnice con 2 000 millones de dólares.

Úrsula Castrat conoció al hijo de Pedro Olaechea, Iñigo, en 2011 en una parrillada que se realizaba en una casa de Las Casuarinas. Ella tenía 18 años y estudiaba Diseño de Modas en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC). Él tenía la misma edad y estaba cursando la carrera de Ingeniería Industrial en la Universidad de Lima. Empezaron una relación sentimental a las tres semanas de conocerse. Durante el año que duró, Castrat conoció de cerca a la familia Olaechea Diez.

La primera vez que visitó la casa de Iñigo, ubicada en San Isidro, Úrsula se dio cuenta que el trato de Pedro Olaechea hacia sus hijos, y particularmente su esposa, era violento. “La gritaba delante de mí, le decía ‘cállate la boca, tú no sabes nada’. Todos bajaban la cabeza. Yo me quedaba helada. Para mí era súper fuerte que una mujer fuera tan anulada”.

Fotografía del 2012, cuando Iñigo Olaechea y Ursula Castrat eran pareja.

Los maltratos de Pedro Olaechea, según Castrat, no solo era con sus familiares, sino también con la empleada que trabajaba en su casa. “Quería tratarla como si fuera su esclava. La terminó despidiendo porque Vilma era contestona, eso no le gustaba”.

Castrat recuerda dos episodios para ejemplificar el control que ejercía Olaechea sobre su Iñigo. “Él quería estudiar actuación, pero su papá le dijo que eso era ‘una carrera de cabros’”. Otro día que estaban viendo películas en la sala, el congresista mandó a la empleada para que le diga a su hijo que necesitaba hablar con él. Cuando el joven regresó al lado de Úrsula, le dijo que Olaechea le comentó que “tenga cuidado con las mujeres porque ellas seducen”. Este tipo de episodios, según la comunicadora, eran ocurrencia común en la casa de los Olaechea.

Cuando Úrsula se enteró de que estaba embarazada era abril de 2012. Tenía 19 años. Se lo contó a Iñigo y él le dijo que iba a conversarlo con sus papás. Pedro Olaechea, el defensor de la vida y las organizaciones conservadoras, le dijo que Castrat no podía tener ese hijo porque estaba “muy delgada”. Y añadió al comentario una advertencia para su hijo Iñigo: “que no lo iba a ayudar ni apoyar si decidían tener al hijo”.

Conversación de Facebook donde Iñigo Olaechea busca convencer a Ursula Castrat de que acepte ser sometida a un aborto. “Reina pero dile a tu mama como te sientes para que adelante la intervencion te juro que va a ser lo mejor”, dice Iñigo.

La mamá de Iñigo, Ana María Diez Dibós, pensaba distinto. Ella, quien pertenece al Opus Dei, quería que Ursula se convierta en mamá y hasta tenía la idea de enviarla a Italia con el pretexto de un viaje de estudios para que tenga el bebe allá y sea criado por un pariente como si se tratara de una adopción. Al no recibir el apoyo de su esposa, Pedro Olaechea le pidió a Iñigo que le mienta a su mamá, que le diga que Úrsula ya abortó. Así Ana María Diez no insistió con su idea.

Pero Castrat ya había decidido que no iba a interrumpir su embarazo. Le mostró la ecografía a Iñigo y, según relata, este sufrió un ataque de pánico. “Le tenía más miedo a su papá que a ser papá”, asegura Castrat.

Sobre el comportamiento de Pedro Olaechea luego de que se enteró de que estaba embaraza de su hijo, Castrat sostiene: “Siempre me miraba por debajo del hombro. Ni siquiera quiso hablar con mi mamá. Él no quería que yo esté emparentada con su familia porque no soy una Hochschild ni una Rodríguez Pastor; porque mi familia tiene apellido, pero no un patrimonio importante. Entonces, ¿eso en qué le suma a los Olaechea? No es un negocio fortuito”.

Captura de pantalla de la conversación de Facebook, del 5 de agosto del 2012, entre Iñigo Olaechea y Ursula Castrat. “No he podido hablarte así es porque te juro no he podido con mis papás mirando cada conversación que tengo”, dice el hijo del expresidente del Congreso.

Durante el tiempo que estuvo embarazada, Úrsula no perdía la esperanza de que Iñigo cambie de opinión, pero la sola mención a una posible paternidad lo trastornaba. “Nos tuvimos que ir temprano del cumpleaños de una amiga porque yo estaba con nauseas, cuando llegamos a su casa me dijo ‘no quiero sonar cagón, pero ¿te has dado cuenta de que si lo tenemos ya no vamos a poder salir?’”.

A los tres meses, en julio de 2012, Úrsula aceptó las presiones de Iñigo y de su padre e interrumpió su embarazo en una clínica privada. “Costó 500 dólares, yo pagué la mitad. Iñigo me dijo que no me iba a dejar sola”. Al día siguiente de la intervención, la familia Olaechea Diez viajó a Europa, mientras que Castrat, una persona diagnosticada con depresión desde los 18 años, entró en crisis.

En el transcurso del viaje, Iñigo no podía escribirle con frecuencia a Ursula. En una conversación de Facebook a la cual accedimos, se lee a Iñigo decir: “mis papás miran cada conversación que tengo”. Cuando Úrsula le dijo que su mamá lloraba porque ella había abortado, Iñigo le cortó el tema diciéndole que pronto lo olvidaría y añadió: “como mi papá, que ahora está tranquilo”.

“(Mi) madre hace de cuenta que nunca paso y (mi) padre esta tranquilo”, escribió Iñigo Olaechea a Ursula Castrat, quien días antes ya había sido sometida al aborto.

En octubre de ese año, Iñigo terminó la relación con Ursula. Pero siguieron viéndose hasta diciembre. En medio de toda su tristeza, Castrat reconoce que ella es parte de un grupo privilegiado de mujeres. “Acceder a un aborto en este país y no morir es un lujo. Las chicas de mi clase social abortamos en clínicas privadas o nos vamos fuera del país”.

 

Si no se nombra, no existe

Nos comunicamos con Pedro Olaechea para recoger su versión de los hechos, pero el expresidente del Congreso optó por colgar el teléfono. Su hijo Iñigo tampoco quiso darnos una entrevista. De igual manera, Adriana Tudela ni siquiera permitió que se le consulte sobre este asunto. Ursula Castrat explica que la virtual congresista solo le dio la entrevista porque estudió en el colegio Villa María.

Ursula Castrat quería entrevistar a Tudela para confrontarla con la verdad. Durante la campaña electoral la había escuchado innumerables veces oponerse a la despenalización del aborto en cualquier caso, así el embarazo no deseado se produzca por un hecho tan doloroso como la violación sexual.

La comunicadora califica de indolente la respuesta de Tudela, pero no le sorprende porque considera que es producto de la influencia de su padre Francisco Tudela, amigo cercano de Pedro Olaechea y parte del entorno de Hernando de Soto en esta campaña presidencial. Tudela, además de su trayectoria como político y exministro fujimorista, también es fundador de una facción local del movimiento ultraconservador español Tradición, Familia y Propiedad desde la década del 70.

Pedro Olaechea Álvarez-Calderón y Francisco Tudela van Breugel-Douglas: una amistad que tiene varias décadas. (Foto: Difusión)

Es posible que los aludidos en este informe prefieran desentenderse del asunto, en buena cuenta porque la exposición y repercusión de este asunto fuera de algunos espacios de redes sociales ha sido prácticamente nula. ¿A qué se debe este silencio y a quién beneficia?

Para el periodista e investigador Herbert Mujica, esta omisión responde a lo que describe como una “alianza sagrada” entre los grupos de extrema derecha de la Iglesia Católica, como el Opus Dei y el Sodalicio, con los empresarios de la élite económica que concentran los medios de comunicación.

Lo que señala Mujica encuentra eco en la realidad. Consultados sobre este tema, distintos periodistas recuerdan los días en los que una celosa exeditora de El Comercio, muy cercana a estos grupos conservadores, pedía que no se aborden denuncias contra estos grupos de la Iglesia Católica en el diario. “Es difícil hablar de los que manejan el 80% de los medios del Perú, es renunciar a tu propia carrera. ¿Dónde más vas a trabajar?”, sostiene una fuente que prefiere mantenerse en el anonimato.

“Ellos tienen como atacar, te dejan sin trabajo, tienen aliados e influencia en cada sector de la sociedad. Te coaccionan porque tienen plata, mucho dinero”, explica Herbert Mujica. El también autor del ensayo “Totalitarismo Católico” recuerda el caso de los periodistas Paola Ugaz y Pedro Salinas, quienes fueron denunciados por visibilizar el abuso sexual sistemático de Luis Figari. “¿Cómo quedó el caso? Impune. Figari bien gracias en Roma”.

Reporte de la revista “Cosas” sobre la familia Olaechea Álvarez-Calderón. “Pedro es un político con ética y luces”.

Sobre el matrimonio de las élites económicas y los grupos religiosos extremistas, el historiador y sociólogo Guillermo Nugent apunta a que no hay una ética económica moderna. “No han generado valores morales capitalistas. Entonces, ¿qué cohesión moral encuentran? No se las dan los negocios. Tienen que encontrar otra cosa que les asegura que moralmente lo que están haciendo está bien, es legítimo. Además, el Opus Dei o el Sodalicio viven de los testamentos. Esa es su gran fuente de ingresos. Por supuesto, no lo van a cuestionar”.

Pese a ello, el también autor de El laberinto de la choledad considera que los esfuerzos de las élites por legitimar su poder de manera directa o indirecta a través del uso de medios de comunicación caen en saco roto de manera notoria en épocas electorales. “Yo diría que confunden el periodismo con la propaganda política constante. Eso elimina la credibilidad; la gente sabe que para estar en un canal de señal abierta hay que tener un perfil anticomunista, por ejemplo. Lo cual no debiera ser el caso con el periodismo, que debe ser un espacio donde se escuchen distintas opiniones. Pero en los programas políticos, el entrevistador siempre sabe más”.

 

Provida, pero ¿cuál vida?

Sobre la postura conservadora de la oligarquía peruana, la historiadora María Emma Mannarelli considera que no se oponen al aborto sino a su legalización. “Hay personas que se sienten cómodas siendo privilegiados. Y eso definitivamente crea una brecha, una desigualdad. Claro, si alguien tiene la posibilidad de interrumpir un embarazo en condiciones seguras, y decidiendo cuándo lo hace, ejerciendo un poder, no le interesa que el aborto sea un derecho. Entonces, aprobar un derecho significa reconsiderar el ejercicio del poder y un conjunto de jerarquías y desigualdades”.

En esa misma línea, Gladys Vía, representante del colectivo Católicas por derecho a decidir, sostiene que estas jerarquías responden a lógicas patriarcales.  “La Iglesia Católica siempre ha sido patriarcal. El poder está dado en los hombres. El mismo Estado es machista, determina leyes que nos vulneran. Por ejemplo, en la no aprobación de la interrupción del embarazo sobre todo en víctimas de violencia sexual, ellos deciden sobre los cuerpos de las mujeres. Ese tipo de mirada donde siempre las mujeres tenemos que estar sometidas a ese padre, ese patriarca que tiene que decidir sobre las mujeres”.

Recordemos que las mujeres fueron consideradas ciudadanas en el Perú desde que se les permitió el acceso al voto recién en 1950, aunque el voto universal no se oficializó hasta 1980, cuando las mujeres analfabetas pudieron votar por primera vez.

Llama la atención también la injerencia que tiene la Iglesia Católica en las políticas públicas. Gladys recuerda que, cuando Ollanta Humala fue candidato en 2011, Cipriani se jactaba de haber conversado con él para exigirle que no apruebe el reglamento del aborto terapéutico. “A nosotras nos quieren desaparecer como institución, en 2015 cuando promovimos la campaña Déjala decidir, una comisión del Congreso liderada por Martha Chávez, que pertenece al Opus Dei, nos sometió a una extrema vigilancia”.

Al centro, excardenal Juan Luis Cipriani con el multimillonario banquero Dionisio Romero Seminario. La foto es del 2009, en la inauguración del policlínico de la Universidad de Piura, que es del Opus Dei. Los acompañan Antonio Abruña y Antonio Mabres, rector y  prorrector de la universidad. (Foto: Universidad de Piura)

Para el historiador Juan Fonseca, el excongresista y su familia personifican a una élite conservadora que quedó en la época colonial. “Sus formas de relacionarse todavía permanecen ancladas en los criterios jerárquicos que se plantearon en el periodo colonial donde los blancos heterosexuales y con poder económico están por encima de todos los demás, quienes son sujetos de subordinación. Olaechea en sí mismo encarna el conservador ideal en el sentido de que es blanco heterosexual, hombre, de clase alta, conservador en su religión”. En esa misma línea, Fonseca indica que Olaechea no escapa a las taras de su clase social. Una de ellas es la doble moral.

Evelyna Esquivel, investigadora de los derechos de las mujeres, apunta que la penalización del aborto responde a una alianza histórica entre la iglesia católica y los grupos económicos que han gobernado cada sociedad.

“Esa mirada conservadora proviene de Europa”, apunta Esquivel. “Cuando los españoles vienen traen la fe católica, en esa evangelización, que ellos decían que era por el bien de los indios, nos transmiten todos estos juicios morales y patrones culturales. Ese factor religioso”. Circunscritas a esta función, la mujer tiene que reproducir a los ciudadanos del mundo: “obviamente no va a estar abortando porque esa no es su función, su función es parir”.

“Esa mirada plantea que la mujer está hecha solamente para reproducirse, educar a los hijos, ser ama de casa, al final eran como cosas dentro de los matrimonios. Además, en esa lógica son sujetos que incitan a los hombres a realizar el acto sexual”.

Esquivel recuerda que, durante el siglo XIX, en los inicios de la República peruana, si tu familia tenía opulencia y abortabas, se perdonaba. En cambio, si eras una persona indígena o de un estrato social más bajo se te condenaba. “Los jueces de esa época tenían que considerar la condición socioeconómica de la mujer para juzgarla. Actualmente sigue funcionando así”, añade.

Iñigo Olaechea y Ursula Castrat en fotos actuales. Iñigo es ingeniero industrial. Ursula dirige “Kewl”, un medio de entrevistas por Instagram. (Fotos: Cosas / Instagram)

El caso de Úrsula Castrat, en palabras de Esquivel, “demuestra que hay una norma que penaliza y a la vez discrimina porque asegura que unas pueden hacer algo que otras no, solo por el dinero que tienen”.

Por cierto, los grupos más conservadores de la Iglesia Católica se sienten respaldados por la Constitución del 93. En el artículo 50 se señala a esta institución como como elemento importante en la formación histórica, cultural y moral del Perú. Lo problemático de la situación, a decir de Guillermo Nugent, es que las religiones escritas se basan en verdades reveladas. “No se puede debatir si la Biblia está correcta o incorrecta, es una palabra sagrada, revelada. Eso no puede ser parte de la discusión de políticas pública”.

Los entrevistados para este informe destacan la valentía de Úrsula Castrat por denunciar pública y directamente a un empresario y político de la élite peruana conectado a estos grupos conversadores de la Iglesia Católica. La joven de 28 años asegura que en su familia hay miedo y hasta temen por su vida. “Es triste vivir en una sociedad dominada por la fuerza de los que tienen algún poder”. En la Lima del siglo XXI, las élites conservadoras parece que aún se rigen por aquello de perdonar el pecado, pero nunca el escándalo.

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El bendito Concordato

Pero ¿cómo así estos grupos de la Iglesia Católica lograron acumular poder político y económico en Perú? La respuesta se encuentra en el acuerdo entre el Vaticano y el Estado Peruano, conocido como El Concordato. Un documento que tiene calidad de tratado internacional y que brinda beneficios de todo tipo a esta Institución, por ejemplo, exoneraciones tributarias y remuneraciones económicas a sacerdotes. Ningún Congreso ha cuestionado esta sagrada escritura desde que entró en vigor en 1980.

Valiéndose de este acuerdo, el Opus Dei junto al Sodalicio han hecho cuantiosas fortunas. Lamentablemente, no se puede calcular a cuánto ascienden porque al ser instituciones amparadas por la Iglesia Católica están exoneradas de rendir cuentas. Pero de las denuncias periodísticas se sabe que ambas sectas viven del peculio de sus miembros, de herencias. Ese es el caso de la familia Romero, Dionisio fue profesor de la universidad del Opus Dei, Universidad de Piura, mientras que su hermano, Ramón, donó los terrenos donde se edifica la institución. El tío de ambos, Feliciano del Campo Romero, estaba vinculado con la agrupación fascista española, La Falange. Cabe resaltar que los Romero son una familia española. “Salieron de Soria, un lugar muy tradicional, muy pobre, con una estructura de clases semifeudal que se mantuvo hasta entrado el siglo XX”, sostiene Francisco Durand, autor del libro Los Romero: fe, fama y fortuna.

La relación de estos grupos religiosos con las familias más adineradas del país quedó transparentada cuando se reveló, en 2015, que el Arzobispado de Lima, dirigido en ese entonces por Juan Luis Cipriani, miembro del Opus Dei, tiene acciones en la minera Buenaventura. La compañía minera es gerenciada por Roque Benavides, quien también es un católico devoto y un aliado del grupo ultraconservador de derecha, la Coordinadora Republicana.

“Es un pulpo que tiene varios brazos, se meten a la educación, se meten a la industria, todos tienen un tipo de apariencia y un tipo de roce, van a determinados clubes, son básicamente blancos, se relacionan y se casan entre ellos, son sectas, se comportan como sectas, la sangre de ellos es muy especial según dicen ellos, nadie más lo cree”, comenta Herbert Mujica.

El investigador pone de ejemplo a Francisco Tudela. “Cuando habla es un tipo afectado, con unas poses y forma de duque, esa huachafería es de los españoles pobres que vinieron a América latina, allá eran los expulsos, todo eso lo hicieron a imagen y semejanza de España”.