Desde hace cinco años han empezado a proliferar las enfermedades en la piel al interior de la comunidad nativa de Cotoyacu, ubicada en la provincia loretana de Alto Amazonas. Pese a que los diagnósticos no son claros, testimonios recogidos por EL FOCO señalan como responsable a la empresa Palmas de Shanusi, que forma parte del Grupo Romero.
El problema de salud en Cotoyacu no ha pasado desapercibido para el Ministerio Público. Desde mayo último, la Fiscalía Especializada en Materia Ambiental de Yurimaguas, que investiga a Palmas de Shanusi por presuntamente deforestar 1700 hectáreas, ha incluído en la carpeta el delito de contaminación ambiental.
Según documentos a los que accedió EL FOCO, la empresa del Grupo Palmas habría descargado residuos y pesticidas cerca a las quebradas Cotoyacu y Yanayacu. Estas son las principales fuentes de agua de los centros poblados cercanos a la zona de operaciones de la empresa. La Procuraduría del Ministerio del Ambiente también ha comenzado a recolectar información sobre el caso.
La Fiscalía Ambiental abrió inicialmente una investigación en el 2018 contra Héctor Dongo y Ronaldo Campbell, gerentes de Palmas de Shanusi, por el delito de contaminación. Sin embargo, se dispuso reservar provisionalmente y en mayo último se reactivó la investigación.
«La población indica que los pesticidas que utiliza la empresa para fumigar discurren con la lluvia y llegan hasta la laguna Cocha Muerta. Y luego lo consumen ellos y los animales. Vamos a hacer tomas de agua para evaluar la situación y emitir un informe», señala la fiscal Bertha Rengifo, quien está cargo del caso contra la empresa del Grupo Romero.
El centro poblado de Cotoyacu, que tiene alrededor de 150 ciudadanos, está a cinco minutos de los cultivos de Palmas de Shanusi. Son 22 mil hectáreas de palma africana sembrada por la empresa de Dionisio Romero Seminario, uno de los hombres más poderosos del Perú. Los cultivos abarcan las regiones de San Martín y Loreto, y con ellos se produce aceite de palma, manteca y jabones a gran escala.
Jovina Chilcón, dirigente de Cotoyacu, dibujó a mano un mapa para ubicar las principales quebradas que sirven como fuente de agua para su comunidad y otras aledañas. Próxima a las plantaciones de palma, ha ubicado a la laguna Cocha Muerta, donde nacen los riachuelos Cotoyacu y Yanayacu. Según denuncia la señora Chilcón, los sembríos de la empresa Palmas de Shanusi han afectado las aguas de la laguna.
“Acá rápido te enfermas si tomas el agua contaminada. Nosotros sufrimos por el agua. No podemos tomarla”, dice Miguel Estela, otro dirigente de la comunidad. El señor Estela recuerda que años atrás, en el 2018, la empresa les proporcionaba agua potable que traían en cisternas todas las semanas. Palmas de Shanusi también colaboró en la construcción de un pozo para extraer agua subterránea.
Hoy el camión cisterna ya no llega a Cotoyacu. Y los pobladores dejaron de consumir agua del pozo subterráneo porque empezó a salir salada. La comunidad ahora no cuenta con acceso a agua potable. Una de las estrategias que utilizan para captar agua es acumular la lluvia o utilizar el agua que discurre por la quebrada Yanayacu. Pero hay un problema: luego de consumir el agua de la quebrada, suelen presentar enfermedades en la piel, sarpullido o infecciones estomacales.
Para Neguya Tapayuri, la única enfermera que trabaja desde hace siete años en la posta médica de Cotoyacu, hay una relación entre el consumo del agua de la quebrada y el incremento de enfermedades cutáneas. Según su registro, los casos de afecciones a la piel han incrementado en los últimos años. “Presentan una micosis, escozores en el cuerpo. Vienen con caracha y comezón”, señala Tapayuri.
“(Las enfermedades) pueden ser a causa del agua, que no es apropiada para tomar, como los casos de micosis, biodermas y heridas en la piel”, añade la enfermera.
Según ha podido observar Tapayuri, los casos suelen incrementar en verano (entre mayo y octubre), cuando los ríos bajan su cauce y el agua de las quebradas se vuelve turbia. Neguya Tapayuri señala que en esa temporada llega a atender hasta 25 casos por semana de personas que presentan por algún tipo de afección a la piel.
Uno de esos casos es el de Melita Tuanama, de 42 años. La señora Tuanama es madre de dos hijos y ha vivido en Cotoyacu desde que nació. Se dedica a cultivar la chacra familiar y las labores del hogar, como cocinar y lavar. Precisamente por ello, se encuentra en constante contacto con el agua de las quebradas. “Me baño en la quebrada Yanayacu, esa agua la uso para tomar y lavar la ropa”, cuenta.
La señora Tuanama no recuerda exactamente desde cuándo empezó a tener ampollas en sus brazos y piernas, pero calcula que fue hace dos años. Las heridas que continuamente brotan en su piel ya han comenzado a dejarle marcas. Cada vez que el sarpullido incrementa, le colocan ampollas y cremas antimicóticas que le ayudan a desinflamar las heridas. A la señora Tuanama, sin embargo, no le han dado un diagnóstico médico claro.
Andrea Yuyarima, una menor de dos años, presenta las mismas heridas en la piel que Tuanama. Su madre Sonia Armas tampoco tiene claro cuál es el diagnóstico. “En la posta no me han dicho qué es”, dice la señora Armas. La enfermera también le ha recetado corticoides y cremas antimicóticas para tratarlo. La señora Armas suele usar el agua de la quebrada Yanayacu para lavar la ropa y bañar a su hija Andrea.
Otro caso parecido es el de Luisa Grandez, una menor de 3 años e hija de la dirigente Jovina Chilcon. “Las heridas le salieron antes de que empiece a caminar, cuando tenía 11 meses”, recuerda la señora Chilcon.
EL FOCO consultó con la Autoridad Local del Agua (ALA) de Tarapoto, entidad responsable de fiscalizar la calidad de los recursos hídricos cercanos a Palmas de Shanusi. Según la información proporcionada, la empresa cuenta con 19 licencias de uso de agua, entre subterráneas y superficiales. Las licencias fueron otorgadas entre el 2013 y el 2018.
Para el jefe de la ALA de Tarapoto, Baluarte Hinostroza, la empresa ha cumplido en todo momento con la normativa. “Los conflictos con la población es otro tema en el que no tenemos que ver. Si hay contaminación de agua, nosotros interferimos cuando hay una denuncia, o pasamos por oficio. Pero ahorita nosotros no tenemos una”, indicó Hinostroza.
Sin embargo, las denuncias de la comunidad no son recientes. Entre el 2017 y el 2019, el OEFA inició una serie de investigaciones contra Palmas de Shanusi por el presunto delito de contaminación ambiental de la quebrada Yanayacu. Según documentos oficiales proporcionados a EL FOCO, en agosto de 2017 el OEFA registró que se denunciaba la “presencia de peces muertos, drenes en aguajales, humedales y renacales, y presencia de abonos químicos en la rivera de la quebrada”.
Un mes después, en septiembre, el OEFA registró una denuncia por “presunta contaminación ambiental por el vertimiento de aguas residuales y disposición inadecuada de residuos sólidos en la quebrada Yanayacu”. Y dos años después, en el 2019, registró una denuncia por presunta afección por las actividades de fumigación de la empresa Palmas de Shanuzi en Cotoyacu y otras comunidades, como Puerto Perú y Roca Fuerte. La OEFA hoy tiene archivadas todas las denuncias contra la empresa del Grupo Romero.
EL FOCO buscó un comentario de la empresa Palmas de Shanusi, pero, hasta el cierre de este reportaje, no hubo respuesta.