El premier de la crisis

Antes de la pandemia, Walter Martos pasaba desapercibido en el entorno político. Ahora lo vemos declarando a la prensa, visitando regiones y actuando como vocero principal del Gobierno. Se trata de una persona que no destaca por su carisma ni por sus grandes cualidades políticas, pero esa puede ser una ventaja frente a la oposición.
Martes 11: el premier Walter Martos concurre al Congreso para pedir el voto de confianza. (Foto: Fabiola Granda)
Picture of Brissa Valles

Brissa Valles

Estudiante de la Maestría en Ciencia Política y Relaciones Internacionales en la Pontificia Universidad Católica de Perú (PUCP). Licenciada en Traducción e Interpretación por la Universidad Femenina del Sagrado Corazón (UNIFÉ).

Se sabe poco de Martos. No podemos decir si es de derecha o izquierda, liberal o progresista. Y la oposición no puede etiquetarlo. En plena crisis, su falta de experiencia política le permite presentarse como un pragmático que puede acomodar su discurso según el contexto. Probablemente, esa es la razón de que sea el premier adecuado para la crisis que el gobierno enfrenta. Y es que la llegada de Martos al premierato no implica que las actividades extractivas dejen de ser el principal motor de la economía: estas seguirán, pero con una mayor defensa de los derechos humanos y el medio ambiente. Al menos, eso dijo ante el Congreso.

Este planteamiento, no obstante, no fue suficiente para el Frente Amplio, que mantuvo su voto en contra del nuevo Gabinete. Para ellos, el problema no es el premier, sino del modelo económico extractivista. En ese sentido, no hay nada que un gobierno responsable pueda ofrecerles porque, más allá de posiciones ideológicas, una pandemia no es el momento más apropiado para experimentar con nuevas fórmulas económicas. El Frente Amplio es un partido con una agenda social responsable e inclusiva, pero con una visión radical de la economía. Ya vienen votando en contra –o absteniéndose– de otorgar la confianza a varios gabinetes por este tipo de razones. A estas alturas, Martos no tiene nada que negociar con ellos, y tampoco necesita de su confianza para continuar con la política estatal.

Martos debe entender, además, que la popularidad de Vizcarra ya no lo respalda. Hasta hace poco, el gobierno se escudaba en problemas estructurales para negar su responsabilidad por las malas decisiones tomadas frente a la pandemia. Esta excusa ya no sirve. Cada vez más ciudadanos perciben al gobierno como el responsable del descontrol sanitario.

Al otro lado del espectro ideológico, el insensible presidente de Canatur ya salió a criticar al premier por no priorizar la reactivación del turismo. Pese a la falta de detalles comunicativos por parte de Martos, esta es una señal de que su discurso a favor de la salud está funcionando. Pero eso no basta. El Gobierno debe demostrar que la unidad contra la pandemia y la solución de conflictos sociales no son solo meros discursos, sino que realmente están comprometidos con una agenda de reactivación económica responsable, que cuida la salud de todos los ciudadanos por igual.

Martos debe entender, además, que la popularidad de Vizcarra ya no lo respalda. Hasta hace poco, el gobierno se escudaba en problemas estructurales para negar su responsabilidad por las malas decisiones tomadas frente a la pandemia. Esta excusa ya no sirve. Cada vez más ciudadanos perciben al gobierno como el responsable del descontrol sanitario. A solo meses de las elecciones generales, los partidos aprovecharán esta debilidad para dar golpes y ganar notoriedad. Principalmente, los impredecibles: Acción Popular, Podemos y Alianza para el Progreso.

Ahora, Martos tendrá que ayudar al Ejecutivo a tomar decisiones coherentes y recobrar la imagen de lucha y responsabilidad que tuvo al principio de la pandemia. Solo así podrán detener el incremento del número de muertes y recuperar el respaldo popular, tan necesario para afrontar tiempos de crisis.