Lo que la Marina ocultó

La institución militar adquirió en el 2018 un sistema para detectar tempranamente oleajes anómalos por S/ 7 millones. Desde hace más de un año tres boyas no funcionan y están amontonadas en los almacenes de la Dirección de Hidrografía y Navegación del Callao.

La Marina de Guerra aún no brinda explicaciones claras del porqué lanzó una advertencia tardía del oleaje anómalo que afectó nuestra costa el último sábado, tras la erupción de un volcán en Tonga. Un hecho relevante que la entidad militar no ha informado públicamente es el fracaso de una reciente compra millonaria de equipos de medición oceanográfica.

La salida del mar del pasado sábado provocó la muerte de dos mujeres en la playa de Naylamp (Lambayeque). Además, la empresa española Repsol responsabiliza a la Marina del derrame de 6 mil barriles de petróleo de la Refinería La Pampilla por no alertar del oleaje anómalo. Las investigaciones están en curso para determinar la responsabilidad de la compañía, que al inicio dio información falsa de que solo se vertieron siete galones de petróleo.

Este miércoles, la premier Mirtha Vásquez indicó que la Marina justificó su lenta reacción debió a fallas y carencias de elementos técnicos. “Hemos pedido que nos complementen información porque es verdad que podemos tener falencias técnicas como país, no contar con los instrumentos necesarios pero sí existen otros mecanismos de información que hemos pedido que nos expliquen por qué no usaron”, dijo Vásquez en conferencia de prensa.

En 2018, la Marina compró cuatro boyas oceanográficas a la empresa española Mediterráneo Señales Marítimas S.L (MSM) por US$ 2.1 millones, una de las adquisiciones más costosas de los últimos años en instrumentos de medición oceanográfica. Sin embargo, según documentos e imágenes a las que accedió EL FOCO, tres de estas boyas están abandonadas en el almacén de la Dirección de Hidrografía y Navegación (DHN) tras graves fallas y rupturas en sus amarres al subsuelo marino.

Boya oceanográfica comprada por la Marina en el 2018 que no ha vuelto a ser repuesta tras la ruptura de su amarre. Estuvo guardada en la Base Naval del Callao hasta fines de 2021.

El 14 de febrero de 2018, el Fondo para Intervenciones ante la ocurrencias de desastres naturales (FONDES) aprobó el pedido de financiamiento de la Marina para la compra de estas boyas. A raíz de ello, el gobierno de Martín Vizcarra emitió el 8 de mayo de ese año un decreto supremo que autorizó al Ministerio de Economía a desembolsar S/ 8.8 millones a favor del Ministerio de Defensa para el proceso de licitación.

La Marina abrió la convocatoria a través de cartas de invitación a proveedores, el 15 de agosto de 2018. Y el 24 de setiembre se le otorgó la buena pro a MSM. Esta compra demandó el gasto de S/ 7.3 millones del financiamiento recibido, según el informe final presentado por la Marina al Fondes. Más allá del dinero desembolsado y los postores, todos los demás detalles del proceso fue clasificado por la entidad militar como información reservada.

Contrato la Marina
Documento registrado en el portal del Sistema Electrónico de Adquisiciones y Contrataciones del Estado. No hay más detalles de la compra de las cuatro boyas oceanográficas por ser considerada de carácter reservado.

En una nota de prensa, la DHN de la Marina explicó que las boyas tienen la capacidad de realizar mediciones en tiempo real de variables oceanográficas de sensores CTDs de temperatura, salinidad y oxígeno en el mar. Además cuentan con un sistema de medición del tamaño de las olas y un perfilador de corrientes de tecnología Doopler con un rango de medición de hasta 500 metros de profundidad.

Las cuatro boyas oceanográficas llegaron a nuestro país el 26 de abril de 2019. Por disposición de la DHN de la Marina, dos boyas fueron sembradas en el norte del mar peruano, mientras que las otras dos servirían “como repuestos a ser utilizados en futuros recambios por mantenimiento anual”.

El 7 de junio de 2019, la Marina sembró la primera boya oceanográfica a 345 millas náuticas de la costa de Trujillo (La Libertad) y al día siguiente se sembró la segunda boya a 220 millas náuticas de la costa de Talara (Piura). Sin embargo, en menos de tres meses las boyas comenzaron a presentar importantes fallas técnicas en su lectura de datos.

En agosto de 2019, la DHN informó que existían fallas de visualización, intermitencia y recepción de los datos de los sensores CDTs de la boya en Trujillo. Al mes siguiente, se reportaron fallas de transmisión y falta de datos en las mediciones reportadas de la boya de Piura.

Informe interno de la Marina con el reporte de las fallas de las boyas oceanográficas. Los inconvenientes aparecieron solo tres meses después de su instalación en el mar peruano.

No obstante, el problema más grave ocurrió el 22 de mayo de 2020 cuando la boya de Trujillo quedó a la deriva tras la ruptura del amarre que lo conectaba con el fondo del mar. Esta estructura, llamada tren de fondeo, contiene los sensores y transmisores de datos. Por ello, todos estos instrumentos técnicos se perdieron con la ruptura y quedo una boya prácticamente inservible.

“En vista a los hechos ocurridos, y de acuerdo a lo indicado en la décima cláusula del contrato, se requiere establecer comunicación con la empresa proveedora de las boyas para solicitar la reposición del equipo y componentes perdidos: un tren de fondeo completo, ocho equipos CDT y un acoplador de cable inductivo ICC”, se lee en un reporte de la Marina al que accedió EL FOCO.

El 22 de junio de 2020, la DHN envía la comunicación a la empresa española MSM, la cual responde mostrando su rechazo a tener que reponer los componentes perdidos. “La ruptura del tren de fondeo ha podido producirse por muy probables y diversas circunstancias ajenas a nuestra responsabilidad”, respondió la compañía.

Esta respuesta generó un impasse con la empresa. La DHN envió una nueva comunicación indicando que no había evidencia de una manipulación de terceros y que, según el contrato, las condiciones geográficas de la zona debieron ser previstas por la compañía en la fabricación del tren de fondeo.

Fuentes de la Marina indicaron a El FOCO que el conflicto con la empresa por la ruptura del amarre continúa. Incluso la boya recuperada tras la ruptura ha sido vista a la intemperie en la Base Naval del Callao a fines del año pasado. Agregaron que las otras dos boyas fueron instaladas en su reemplazo, pero sufrieron la misma ruptura de su tren de fondeo.

Además, este medio ha corroborado que actualmente la boya oceanográfica no ha sido repuesta. Tal es así, que está ubicada en los almacenes de las instalaciones del DHN junto a las dos boyas restantes sin ser utilizadas y sometidas al paso del tiempo. Hasta el cierre de este informe intentamos obtener los descargos de la Marina, pero solo indicaron que lo que se quiera saber de las boyas se pida por acceso a la información.

Fotografía tomada a fin de año donde se aprecia que la cadena del tren de fondeo rota en la boya instalada en Talara.

Para el físico Paolo Arrunátegui, especialista en instrumentos de medición marina, si bien las boyas oceanográficas que se adquirieron sirven principalmente para monitorear el fenómeno de El Niño, las herramientas adicionales que poseen pudieron dar información valiosa para una actuación más célere de la Marina.

“Acá lo que más iba a ayudar era el sensor de medición de olas. Es un sensor que detecta la presión ejercida por la columna de agua que está encima del equipo. Son extremadamente sensibles. Esta explosión del volcán refleja un incremento anómalo de la marea que sí o sí lo puede detectar este sensor de olas en la boya más aún si transmite en tiempo real”, indicó a EL FOCO.

Sobre la ruptura del tren de fondeo, Arrunátegui señaló que los grilletes que conectan la boya con esta cadena deben ser de un material especial que suele tener un alto costo. “Hay parámetros muy específicos en el material que se debería utilizar para estos amarres. La pérdida de los sensores CDTs representa una importante carencia de información, más allá del dinero que cuestan”, anotó.