Un reportero, una fuente y cuatro audios

Eloy Marchán

Eloy Marchán

eloymarchan@gmail.com

Un reportero, una fuente y cuatro audios

Una historia sobre los audios del presidente Martín Vizcarra.

Mi historia con los audios del presidente Martín Vizcarra comenzó el jueves 20 de agosto. Ese día una persona desconocida me contactó por Twitter y me dijo: “Tengo información sobre el yerno del presidente. En realidad, tengo muuucha información. Estoy indignado. Y no puedo quedarme callado”. Le pedí pruebas para confiar en su palabra e inmediatamente me envió un paquete de fotos privadas del mandatario y del personal que trabaja con él en Palacio de Gobierno.

En ese momento le sugerí trasladar nuestra conversación a una aplicación más segura. Con más confianza, el informante me empezó a contar sobre los visitantes que recibe el presidente, el papel que cumple Mirian Morales y las peleas y amoríos que ocurren en el Despacho Presidencial. En uno de nuestros intercambios de mensajes, el informante me dijo: “Tengo un audio. Me muero de miedo. Estoy triste e indignado. No podemos tolerar más corrupción”.

Al día siguiente de nuestro primer contacto –y con un poco más de seguridad–, el informante me reveló que su nombre no era el que inicialmente me dijo, sino otro. “Quiero ser honesto contigo”, me apuntó. Estuvimos conversando por la aplicación durante unos días más hasta que la fuente comenzó a entregarme documentos, fotografías y videos. Todo el material era sobre el presidente Vizcarra y su círculo más cercano.

Tuit del 7 de septiembre. Ese día el informante iba a entregar los audios a “El Foco”. La cita no se concretó.

En el paquete había información de interés público y otra estrictamente de la vida privada de sus protagonistas. Di cuenta del material al equipo de El Foco y decidimos trabajar únicamente con la información que tiene relevancia para la opinión pública. Un reportaje semanal fue el orden que nos pusimos. Así, el 27 de agosto, siete días después del primer contacto con el informante, El Foco publicó la primera entrega.

“La firma en los diplomas que entregó Richard Swing es de un asesor del presidente, se tituló el reportaje. El informe, pese a la importancia del tema, no tuvo rebote en los grandes medios de comunicación. Al día siguiente me contactó nuevamente la fuente y me escribió: “Puede existir tanta impunidad? Ha llamado a todo el mundo para que no rebote. Es posible tanto poder?”.

La referencia era a Óscar Vásquez, el asesor personal del presidente que hace también las veces de intermediario con algunos periodistas y medios de comunicación. Luego de publicada la nota sobre Vásquez, la fuente también me contó que había pasado esa información a un periódico y a un canal de televisión, pero que no le habían prestado atención. Vásquez, según los audios divulgados, sí que sabía mucho sobre el caso Richard Swing.

Cuatro días después de la primera entrega, el 31 de agosto, la fuente me solicitó organizar un encuentro. Me pidió tomar medidas de seguridad y especificó que la reunión era para entregarme unos audios. Eran cuatro audios, donde los protagonistas eran el presidente Vizcarra y su grupo más cercano de colaboradores. “Ellos mienten. Richard Swing estuvo seis veces en Palacio de Gobierno. ¿Por qué crees que se fue Maximiliano Aguiar? Él pidió sacar a Mirian Morales y el presidente no aceptó”, añadió.

El viernes 4 de septiembre, el informante me escribió muy temprano. “El presidente está asustado”, dijo. Me contó que el mandatario había decidido visitar en Apurímac a un brujo de nombre Hatun Poqoy. Ese día, efectivamente, Vizcarra hizo un viaje sorpresa a Quillabamba (Cusco) y luego se dio un salto a Apurímac. La agenda pública del presidente fue visitar hospitales y centros de salud de la zona. La privada no se conoce.

El lunes 7 estaba por salir rumbo a un lugar concurrido para esperar la comunicación de la fuente y pactar el punto de encuentro, hasta que sucedió algo extraño en la cuadra donde vivo. Un vecino alertó, en el grupo de Whatsapp que tenemos, que había un carro desconocido cuadrado a pocos metros de mi casa. Vivo en San Juan de Miraflores y desde hace unos meses nos hemos organizado para evitar robos en nuestra cuadra.

En el grupo de Whatsapp daban cuenta que el carro era un Mitsubishi Lancer, con placa FAA-686, y tenía dos ocupantes. Uno de los vecinos buscó la placa en registros públicos y alertó que no existía. Con esa información, llamaron a la Policía y un patrullero no tardó en aparecer. Los policías interceptaron a los ocupantes del Mitsubishi que estaba a treinta metros de mi casa, mirando directamente a la entrada.

Los ocupantes del Mitsubishi, ante la Policía, se identificaron como agentes de Seguridad del Estado. “Dieron esa información, mostraron sus credenciales. Los policías hicieron la verificación y los dejaron ir”, me contó un vecino. Enterado de la situación, lancé un tuit con lo que acababa de suceder cerca de mi vivienda.

Lunes 7 de septiembre: video de la intervención de un patrullero al vehículo –con placa falsa– que resultó ser de Seguridad del Estado.

Mi tuit fue: “Hasta hace unos minutos el carro de la foto –con placa falsa– estuvo cuadrado a pocos metros de mi casa. Llamamos a la Policía y en la intervención los ocupantes se identificaron como Seguridad del Estado. En mi cuadra no vive ningún ministro. Raro, ¿no?”. Suelo ser una persona escéptica y me cuesta mucho creer en conspiraciones. Soy periodista y no digo algo de lo cual no tengo pruebas o he sido testigo.

A los minutos de publicado mi tuit, la fuente me contactó y me dijo: “Ya estás totalmente intervenido. Tienes que andar con mucho cuidado. Esta gente mata, Eloy”. El informante no me dijo nada más. Así se abortó la entrega de los audios.

El miércoles 9, dos días después del incidente con los agentes de Seguridad del Estado, publiqué en El Foco la segunda nota con información que me dio la fuente. El protagonista ahora era José Martín Sotelo Lúcar, el yerno que el presidente siempre intentó tener en el anonimato. El reportaje cuenta la historia de Sotelo y el préstamo de casi medio millón de soles que recibió del programa Reactiva Perú.

El reportaje tampoco tuvo la atención de los grandes medios de comunicación. Le envié la nota a la fuente para que me dé su comentario. Nuevamente no obtuve respuesta.

Hoy, al mediodía, el congresista Édgar Alarcón hizo público el material que no alcancé a recibir: los audios que pueden provocar la vacancia del presidente Vizcarra.