Hay que dar la contra. Mientras algunos medios de comunicación se extinguen debido a la pandemia, otros aparecen. Las crisis son así: para muchos una amenaza, y, para unos pocos locos, una oportunidad. EL FOCO nace para hacer Periodismo. ¿Por qué la mayúscula? Defender el interés público no es un juego. Sin buen Periodismo, no hay democracia.
Los grandes medios de comunicación dicen que no se casan con nadie. Difícil creerles. ¿Se puede ser independiente cuando el mayor accionista de un diario es, a su vez, el propietario de la constructora local que más corrompió en las últimas dos décadas? ¿Se puede investigar al Gobierno de turno cuando se trata de quien más avisos pone en un canal?
El Periodismo agoniza y los responsables son los propios periodistas. Han abdicado frente a la dictadura de los algoritmos. Creen que no se debe buscar lectores, sino clics. Piensan que las grandes historias se consiguen frente a la pantalla de una computadora. Se olvidan, en resumen, de que el Periodismo, como bien decía Miguel Ángel Bastenier, empieza y termina en la calle.
Durante la pandemia varios diarios optaron por hacer recuento de muertos. Otros prefirieron la “verificación de datos” y un grupo de canales cubrió la crisis sanitaria vía “conferencias de prensa” del presidente de la República. ¿Y las historias? ¿Y las denuncias? Nada. Eso pasa cuando crees en ese viejo adagio conservador de que el Periodismo es el “cuarto poder”.
En el Perú hay personas que son intocables. Existen empresarios a los que no se les puede denunciar, políticos que nadie quiere incomodar y amigos que es mejor tenerlos fuera de los reflectores. ¿Qué hará EL FOCO? Todo lo opuesto. Nuestro lema, justamente, es: Periodismo sin intocables.
EL FOCO no tiene dueños ni padrinos. Es una asociación sin fines de lucro fundada por seis periodistas que decidieron no depender más de una empresa ni de un sueldo. Los ahorros y la experiencia de sus fundadores son nuestro único capital. Cuando en EL FOCO haya alguien intocable, ese día dejará de existir.
El Perú es un país donde hay muchas historias por contar. Y nadie las está poniendo en papel o pantalla. Existen lobistas metidos en política, empresarios con cadáveres en el armario, periodistas que hacen media training a funcionarios públicos, y líderes sindicales con más de una cuenta off shore. Periodismo que no investiga el poder no es Periodismo. Así de simple.
Los periodistas no son héroes. Ni están para crearlos. Son cazadores de historias –verdaderas, por supuesto– que los ciudadanos necesitan conocer. Creemos que el Periodismo es un oficio que se aprende en la práctica. Ser un “influencer” con miles de seguidores no te hace periodista. Tampoco lo logras siguiendo un doctorado en Harvard.
Lo repetimos: el Periodismo no nació para ser un “poder” más. Es, en realidad, un arma de lucha contra las injusticias, una plataforma de defensa de los marginados, un mecanismo para que los poderosos rindan cuenta, un severo protector del interés público. Y, como decía Tomás Eloy Martínez, a fin de cuentas: “el último refugio de los sensatos”. Eso haremos.