Hace poco, un martes, varias personas nos levantamos publicando cuadros negros en nuestras redes sociales. Nos solidarizábamos así con los asesinatos de George Floyd, Ahmaud Arbery, Breonna Taylor y muchos otros que fueron cometidos producto del racismo y la brutalidad policial en Estados Unidos.
Ana Lucía Mosquera –comunicadora, activista y docente– nombró ese gesto: “activismo performativo”. Y es que son acciones simbólicas que, hablándolo de manera clara y directa, sirven de muy poco para abolir el racismo. Aterrizando en el Perú, nos falta mucho que aprender, pues en nuestro país la mayoría de las personas no saben diferenciar cuándo una situación es racista o cuándo no.
El racismo está tan intrínseco en la realidad peruana que cuesta analizarlo sin que la mayoría de las personas (blancas/blancas mestizas) se incomode o quiera cuestionarse. Pero lo más triste de todo esto es que se nos silencie a los activistas que estamos creando espacios de aprendizaje, cuestionamiento, comunidad y constante desconstrucción (hablaré de esto líneas más abajo).
El racismo está tan intrínseco en la realidad peruana que cuesta analizarlo sin que la mayoría de las personas (blancas/blancas mestizas) se incomode o quiera cuestionarse. Pero lo más triste de todo esto es que se nos silencie a los activistas
La semana pasada, las redes explotaron por las historias de Instagram de Vania Torres, surfista profesional, con el actor en formación Carlos Foelsche. Ellos hicieron brownface (cara marrón), un acto racista donde se pintaron el rostro para “interpretar” a dos personas de rasgos indígenas. brownface, blackface y yellowface son prácticas racistas que lo único que contribuyen es a la ridiculización de personas racializadas. Fin del debate.
No importa tu intención o cuánto ames al Perú, o si fue una performance dramática. Disfrazarte de personas andinas para un taller actoral u cualquier otro evento, pintándote la cara, utilizando todos los estereotipos sacados del baúl de la Paisana Jacinta no fue un malentendido, no es un cariño, es racismo.
Hablando con Xime Izquierdo –curadore, educadore, poeta y activista– concordábamos que lo más problemático de todo el asunto fueron los videos de “disculpas” (las comillas son porque ninguno, en realidad, lo fue). Para Xime, disculparse requiere, en primer lugar, soltar el ego. En las disculpas de Vania Torres no se responsabiliza por ningún acto, no reconoce que el acto fue racista, juega la carta de la vístima y pide perdón “por si TÚ te sentiste ofendido”.
El descargo de Carlos Foeshle fue más acertado, utilizó bien su inocencia blanca y reconoció el desconocimiento sobre el tema. Ana Lucía señala también que “si tus disculpas no parten del reconocimiento de que se cometió un error, no es una real disculpa. Y si esta no plantea un cambio de actitud, es una manipulación”.
Disculparse requiere, en primer lugar, soltar el ego. En las disculpas de Vania Torres no se responsabiliza por ningún acto, no reconoce que el acto fue racista, juega la carta de la vístima y pide perdón “por si TÚ te sentiste ofendido”.
Para Natalia Barrera –publicista y activista afroperuana– cuando las personas no se han visto afectadas con el racismo y alguien los interpela, usualmente juegan el papel de inocencia en lugar de asumir responsabilidad de sus actos. “Cuándo te patean de casualidad, igual sigue doliendo, no fue intencional, pero sigue doliendo. Entonces, reconoces que has hecho daño, te disculpas y punto”, precisa Natalia.
Sinceramente, no sé como cerrar este artículo. Ha pasado casi una semana de lo hecho por Vania Torres y siento frustración: por cada paso que avanzamos como sociedad, creo que retrocedemos aún más. Desgasta hablar sobre temas que cuestionan un régimen establecido. Sin embargo, me quedo tranquila que ahora somos más voces –y en esas me incluyo–. Ya no son unos cuantos que tiene discusiones sobre prácticas racista normalizadas, ahora, gracias a la tecnología, todos tenemos una plataforma para denunciar este tipo de actos que dañan a la sociedad.
No basta con poner tu cuadrito negro, seguir el hashtag #blacklivematter o decir que no eres racista. Ahora necesitamos acciones verdaderas y ser antirracistas tanto en tu vida virtual como en la real. Para evitar que algunas personas comenten que me falta tener correa, voy a citar a Orlando Sosa, activista gordo afroperuano y marica: “El amor propio no protege a las personas de la discriminación y violencia estructural. Que tú no veas esta realidad no significa que no exista. Revisa tu racismo”.
A Orlando hace unos días le cerraron su cuenta de Instagram por hablar de estos temas, por educarnos, incomodarnos y cuestionarnos diariamente. Toda mi solidaridad con él. Lamentablemente, esto no es un hecho aislado, varios activistas han sido acosados, amedrentados y silenciados por el mismo hecho de tratar de destapar inequidades de esta sociedad donde vivimos. Si quieren ayudar para poder devolverle la cuenta a Orlando, pueden hacerlo siguiendo estos pasos:
- Entrar al enlace: http://help.instagram.com/366993040048856
- En ¿Te resultó útil esta información? Marcar: No
- En ¿Cuál fue el problema? Marcar: Otro
- Y en la casilla en blanco colocar este texto: La cuenta de Orlando Sosa Lozada @orlando.sosa.05 no ha infringido alguna norma comunitaria o de condición de uso de Instagram. Esa cuenta ayuda mucho en educación y queremos ver los contenidos que difundía @orlando.sosa.05. Cerrarla, seguramente, se debió a un error. Por favor, restablecerla y habilitarla.