Ecocidio en playa Cavero

Crónica gráfica en una de las zonas más afectadas por el derrame de petróleo en la Refinería La Pampilla de Repsol.
Foto: Fabiola Granda

Por Fabiola Granda y Alfonso Silva Santisteban

Walter Gutiérrez es pescador en Cavero desde hace 29 años. Todos los días llegaba a las 5:30 am desde Mi Perú, cogía algunos muymuys en la playa como carnada y subía a la peña que da a la caleta.  Sacaba lenguados y lornas, que luego vendía a vecinos  de la zona o en un mercadito cercano. Hoy, parado al lado de un cartel que pide ayuda para los pescadores, mira con nostalgia la playa cubierta de todo el petróleo que se ha concentrado en esa caleta. El derrame de Repsol ha desaparecido la pesca en Cavero y varias playas más del Callao, Ancón y el Norte Chico. No se sabe por cuánto tiempo.

Walter Gutiérrez, como otros de los pescadores afectados por el derrame de petróleo, espera la intervención del Estado y el apoyo de voluntarios. Foto: Alfonso Silva Santisteban

Estos días, quienes llegan temprano a Cavero junto con Walter, son las decenas de personas que conforman las cuadrillas de limpieza. Como Juan, trabajador de construcción, que entró por un conocido. Se pone el traje blanco, la máscara de dos válvulas, botas y guantes y lanza un balde vacío desde el acantilado hacia la playa, que regresa lleno de petróleo. Lo pasa a sus compañeros y ellos lo depositan en algunos baldes más grandes y luego a los cilindros. Algunos solo usan mascarillas quirúrgicas. Abajo en la caleta, unas diez personas recogen el petróleo de la arena y también lo depositan en cilindros. Es así como extraen los miles de litros derramados. Balde a balde. Desde el acantilado se ve una poza de lodo negro. El olor es intenso, y después de un rato marea y duele la cabeza.

Las cuadrillas trabajan de lunes a viernes desde las 7:30 am hasta las cinco de la tarde  y los sábados hasta las tres. Paran para almorzar. Algunos pocos tienen experiencia en este tipo de trabajo, otros son vecinos de la zona o gente que nunca antes habían realizado esta tarea, pero necesita el trabajo. Al otro lado de la caleta, en la playa extensa, un grupo de mujeres  limpian las piedras a mano con unos paños blancos.

Walter se ha empadronado en la lista de damnificados. Son alrededor de 100 pescadores en Cavero y como 800 en total considerando las demás playas. El sábado salieron a marchar desde Ancón y bloquearon la Panamericana Norte. El gobierno anunció como acuerdo con la empresa la entrega de canastas con alimentos. La primera entrega se programó para el sábado 22. Es evidente que a ese ritmo, la compensación que han acordado empresa y estado será insuficiente para cubrir las necesidades de todas las familias que viven de la pesca artesanal. Personas que hoy no pueden entrar al mar y no tienen fuente de ingresos.

Desde hace 29 años Walter Gutiérrez pesca en playa Cavero. Su jornada empezaba a las 5:30 am, hoy se ha quedado sin trabajo. Foto: Alfonso Silva Santisteban

Los 6 mil barriles derramados por Repsol han generado una tragedia ecológica y social cuya magnitud aún no se conoce del todo y cuyo impacto durará muchos meses. La empresa ha negado su responsabilidad desde el inicio, señalando culpables, sobredimensionando sus acciones de respuesta y minimizando el daño. Mintiendo. Al mismo tiempo, desalienta la falta de firmeza del gobierno para fiscalizar, sancionar y exigir reparación. Nos atraviesa la precariedad en todo este desastre.

Son decenas de obreros quienes ponen el cuerpo en playas como Cavero para sacar el petróleo derramado. A ellos se les suma el personal de la OEFA que monitorea el daño y los voluntarios y voluntarias que intentan rescatar aves, peces y toda la fauna afectada. Los pescadores se organizan para resistir y exigir que se les compense por todo el trabajo perdido. En la ciudad, los colectivos organizan protestas y piden remediación, reparación y un sentido de urgencia que ni empresa ni estado han sido capaces de mostrar. Walter seguirá yendo a diario a su playa, parado en el acantilado, viendo la peña de las aves guaneras, esperando volver a pescar.

Foto: Fabiola Granda
Foto: Alfonso Silva Santisteban
Foto: Alfonso Silva Santisteban